CAMPOS MARCIANOS

Vista de lejos y de día, la Tierra de Campos (zona común entre Valladolid, Zamora, Palencia y León) es un inmenso secarral en el que se reparten pequeños grupos de casas organizadas “a modo de pueblo” con una o varias iglesias de impresionante factura. Vista de lejos y por la noche, la Tierra de Campos cambia la blancura de la piedra de las iglesias por las luces de colores de los puticlubs  (o puticlubes) que proliferan con abundancia. De modo que, vista de lejos, la Tierra de Campos, no siendo adepto a alguna de las dos parroquias nombradas, agricultor del cereal u oveja, no presenta el mínimo interés.
Pero al acercarse el universo “tierracampestre” cambia. Las iglesias, arte en sí mismas, contienen tesoros entre los cuales destaca la cantidad y calidad de órganos. No sé nada de órganos y me puedo equivocar, pero me atrevería a asegurar que nos podemos encontrar en la zona de mayor densidad de órganos barrocos por habitante del mundo (tampoco soy experto en el mundo).
Visto el paisaje y en busca del paisanaje descubriremos el tesoro humano de la zona. Salidos como de debajo de la tierra (a veces literalmente, pues es tierra de bodegas), como traídos por una nave de marcianos, surgen personalidades de todo tipo de ocupación y nacionalidad: importantes empresarios, artesanos cerveceros, organistas de renombre, organeros entretenidos en la conservación de lo que hay y la creación de nuevo material, críticos de arte, abogados de futbolistas de primera fila… y lo que vaya surgiendo.
Como nexo entre ambos tesoros (el humano y el organológico) está la figura de Francis Chapelet, quien fuera maestro de órgano en Burdeos y con asiento en Abarca de Campos. Allí levantó una vivienda y una fundación en la que hay instrumentos e instalaciones de calidad para disfrute de los aficionados a la práctica de tan noble instrumento. Estudiantes, agricultores, pastores (y toda la gente que mantiene la zona con vida), pueden formarse en la disciplina del órgano. Además se pueden escuchar conciertos como los que está promoviendo la Asociación Amigos de los Clásicos con la colaboración de la Fundación Chaplelet, en los que pude participar el día 11 de agosto y a los que pienso volver como público el próximo día 25.
Y después del concierto pincho ¡qué grandes iniciativas!